En el mundo del marketing (y en la vida), el caos no siempre es el enemigo. A veces, esa mezcla de ideas, pendientes y cambios de último minuto es justo lo que necesitas para crear algo diferente. El caos creativo puede convertirse en tu mejor aliado si aprendes a moverte dentro de él sin perder el rumbo.

Primero, deja de intentar controlarlo todo. La creatividad no vive en las listas perfectas ni en los planes milimétricamente diseñados. Vive en la improvisación, en ese momento en que algo no sale como esperabas y te obliga a buscar una nueva salida. Ahí nacen las ideas originales.

Después, aprende a filtrar. No todo lo que surge en medio del caos es oro. Anota todo, pero elige con criterio qué vale la pena desarrollar. A veces, una simple frase o una combinación de colores puede encender el siguiente gran proyecto.

Finalmente, haz del caos un sistema. Suena contradictorio, pero tener pequeños rituales (como anotar tus ideas cada mañana, revisar tu muro creativo una vez a la semana o probar nuevas herramientas sin miedo al error) te ayuda a canalizar la energía sin matarla.

El caos no se elimina; se aprende a bailar con él. Y cuando lo haces, deja de ser un problema para convertirse en tu motor.

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